
Sa Pobla, Parc de Can Cirera Prim, martes 5 de agosto de 2025
Grandiosismo
Con D. Salim (piano), Bruno Calvo (trompeta), Hendrik Müller (contrabajo), Andreu Pitarch (batería) y Tomeu Garcias (trombón).
Por Víctor M. Conejo
José Luis Luna (ver galería)
Me soplan que las rigideces de las vías de transportes actuales les han hecho llegar con el tiempo justísimo, y no han podido hacer prueba de sonido. Y me da a mí que ni falta que me importa, que saldrán, tocarán unos pocos minutos para chequear, por supuesto con autoría y ambición, y palante. Así sucedió.
Melismas casi pop a la tercera. A la cuarta, solo pantagruélico de trompeta. En general, códigos de blanco y negro y humo sumando capas de policromía contemporánea. No escuchar jazz es como pasarse la vida entera follando en la posición del misionero. Es una música que abre las entendederas no solo a sí misma, sino a toda la música en general. Lo que aprendes y descubres en cuanto a creatividad, sea mucho o poco, oceánico o milimétrico, es aplicable a cualquier género.
Fue un recital más melódico que atonal, más rico y discursivo que libérrimo. Y no será porque la música no sonó libre. Los cinco universos sonoros presentes en el escenario se extendieron sabios y también jóvenes, con hitos mayúsculos como cuando el trompetista se metió con escalas rotas en un tema melódicamente emocionante, el mismo maridaje trompeta-trombón, o cuando el batería impuso ritmos que parecían tres trenes simultáneos, cada uno con un repiqueteo pero todos clavadísimos. El rapidismo también lo bordaron.
Grupo internacional fundado en 2015 alrededor del Conservatorio de Ámsterdam, el quinteto del sevillano de 1990 Daahoud Salim le dio sentido al neologismo «grandiosismo» con una actuación que despertó muy bon appétit, siendo capaz de hacer envidiar el cariño (el tema escrito para su madre) y la fortuna (el primer bis dedicado a su amiga Ana), así como de despedirse en solitario con excelente sensibilidad bluseada.
No hay comentarios